En “2002”, la cantante británica Anne-Marie nos invita a subirnos a un Mustang imaginario y viajar en el tiempo hasta aquel verano inolvidable de la infancia. La letra recuerda el primer amor —tierno, emocionante y libre de complicaciones— cuando, con solo once años, los protagonistas jugaban a ser adultos: brindaban con vasos de plástico, cantaban a todo pulmón y sentían que “Love is forever and ever”. Cada verso pinta una postal de esas tardes en el bosque bailando sobre el capó, donde los amigos de la infancia se convertían en la banda sonora de un comienzo romántico que parecía eterno.
Más que una simple historia de amor, la canción es un homenaje a la cultura pop de principios de los 2000. Referencias a éxitos como “…Baby One More Time”, “Bye Bye Bye”, “Ride wit Me” y “99 Problems” se entrelazan para reforzar la atmósfera nostálgica y subrayar cómo la música puede marcar momentos clave de nuestras vidas. Al final, “2002” celebra la magia de recordar: la sensación de que ese primer beso ligero como una pluma y aquel coro cantado a gritos aún pueden transportarnos, con solo presionar el play, a los días en que nos enamoramos por primera vez.