¿Puede una experiencia amorosa convertirse en una revelación divina? En God Is A Woman, la artista estadounidense Ariana Grande plantea exactamente eso: un encuentro íntimo tan poderoso que hace cuestionar la imagen tradicional de lo divino. A través de un pop seductor con tintes de trap y coros casi celestiales, Ariana celebra la sensualidad femenina como fuerza creadora, capaz de mover, tocar y transformar a quien la viva. Cada "yuh" subraya su seguridad; cada verso reafirma que el placer, el deseo y la espiritualidad pueden convivir en un mismo espacio sagrado.
La cantante empodera la voz de la mujer al presentar el amor propio y la sexualidad como actos de adoración. Frente a estereotipos y prohibiciones, ella “sigue floreciendo” y defiende a sus “hermanas” con furia divina. El mensaje es claro: reconocer la divinidad femenina significa valorar el poder, la sensibilidad y la libertad de decidir “cómo lo quiero”. Así, cuando la canción termina y el eco aún resuena, Ariana deja sembrada la idea de que Dios también puede ser mujer.