Audioslave nos invita a un viaje lleno de lugares y actividades extrañas - caminar sin rumbo por Japón, manejar en reversa bajo la niebla - todo con un propósito: no recordar nada. Chris Cornell convierte cada escena en un refugio donde los recuerdos no pueden alcanzarlo. Así, objetos tan dispares como los "gypsy moths" o los coros gospel se vuelven cómplices de su escapatoria, porque ninguno le devuelve la imagen de aquello que perdió.
Detrás de esa lista casi caprichosa se esconde el peso de lo que el narrador quiere enterrar: amores, objetos sagrados, promesas caídas. Prefiere experiencias neutras que funcionen como una página en blanco antes que enfrentarse al dolor de la nostalgia. El resultado es una canción que habla de la libertad que se siente al soltar el pasado, pero también de la tristeza que empuja a buscar ese olvido. ¿Te animas a cantar y descubrir cómo suena la catarsis cuando se disfraza de aventura?