Three of Swords toma su nombre de la carta del tarot que simboliza un corazón atravesado por tres puñales. Desde el primer verso, Calum Hood se sumerge en esa herida: culpa que se “tose”, paredes manchadas de alquitrán, una falsa sensación de comodidad que rebalsa mientras nadie puede detener la caída. La canción contrasta imágenes de paz —luz brillante, ramos de flores, plantas enormes— con la imposibilidad de encontrar esa serenidad en la propia relación. El resultado es un retrato vibrante de la nostalgia y el arrepentimiento, envuelto en melodías que invitan a cantar aunque el tema duela.
En esencia, el narrador recuerda un amor que parecía eterno cuando eran más jóvenes, pero al que le pusieron “fecha de caducidad” sin darse cuenta. Se pregunta si la otra persona también vuelve mentalmente a su lugar, cuando la almohada se siente como concreto y el insomnio lo ocupa todo. Entre preguntas (“¿Piensas en mí?”, “¿Volverás a casa?”) y confesiones (“Debí haber llamado”), la pieza explora cómo los recuerdos convierten lo cotidiano en un museo de lo que fue. Así, “Three of Swords” no solo habla de un corazón roto; habla de cómo, aun rodeados de belleza, seguimos buscando el consuelo que perdimos dentro de nosotros mismos.