¿Recuerdas a Major Tom, el astronauta que flotaba plácidamente en “Space Oddity”? En “Ashes To Ashes”, Bowie nos revela el oscuro reverso de aquel héroe. Ahora lo presenta como un junkie “colgado en las alturas del cielo”, símbolo de cómo los ídolos y los sueños pueden deteriorarse con el paso del tiempo. Con juegos de palabras (“ashes to ash, funk to funky”) y un estribillo pegadizo, el artista narra la lucha interna contra las adicciones y la culpa, combinando confesiones (“nunca hice cosas buenas ni malas”) con imágenes surrealistas –chicas japonesas sintetizadas, ruedas verdes que lo persiguen– para reflejar el caos de la mente y la fama.
La canción es también un autorretrato: Bowie avisa de los peligros de repetir errores del pasado (“me quedo con un valioso amigo… Major Tom”) y cita a la figura materna que advierte “no te metas con Major Tom” como una voz de la conciencia. Entre sonidos new wave y funk, el músico británico convierte la caída en arte, transformando la derrota en una elegía brillante sobre la reinvención personal y la fragilidad humana.