Easy Lover nos sumerge en ese tira y afloja romántico que todos hemos vivido alguna vez. Ellie Goulding canta desde la frustración de sentirse atrapada en un ciclo: cuanto más intenta alejarse, más la atrae ese amante facilón que sabe exactamente cómo hacerla volver. El estribillo pide, casi ruega, que él mantenga la calma y no juegue sucio, porque sus viejas artimañas ya han dejado huella.
Cuando entra Big Sean, la historia gana la otra cara de la moneda. Él admite errores, se aferra a los recuerdos y confiesa que, pese a la distancia y las capas que han caído, la chispa sigue encendida. El resultado es un retrato vibrante de una relación magnética, joven y algo tóxica, donde la pasión se mezcla con la autoconciencia: ambos saben que nada fácil suele valer la pena, pero aun así no pueden soltarse. Easy Lover es, en definitiva, una llamada pegadiza a reconocer nuestras debilidades amorosas mientras bailamos sin remedio.