12345 nos mete de lleno en la habitación de Em Beihold con una lista casi cómica de objetos cotidianos: una computadora, una manta peluda, comida mohosa, una planta milagrosamente viva. La cantante utiliza la enumeración 1-2-3-4-5 como un pequeño mantra para calmar la ansiedad y recordarse que aún respira. Entre vecinos que gritan y un piano que no puede tocar porque la tristeza pesa demasiado, la artista retrata la lucha interna de muchos jóvenes que se sienten perdidos entre la presión de “encontrar un propósito” y la tentación de rendirse ante trabajos sin alma.
Aun así, el tema está bañado en un humor auto-irónico que suaviza la oscuridad: “este tema es tan pretencioso”, confiesa mientras contempla inscribirse en “un esquema piramidal”. Cada objeto y cada número funcionan como anclas de realidad en medio de un posible ataque de pánico nocturno. Al final, flotar como una cometa revela la mezcla de vulnerabilidad y esperanza que define la canción. “12345” es, en esencia, un himno íntimo para cualquiera que haya contado hasta cinco solo para seguir adelante.