¿Qué pasaría si el amor fuera una sustancia prohibida y la pista de baile tu punto de encuentro clandestino? Esa es la premisa de Love Dealer, la colaboración explosiva entre la neerlandesa Esmée Denters y Justin Timberlake. A lo largo de la canción, Esmée se presenta como una “dealer” que reparte sensaciones intensas: seduce, provoca y promete a su pareja un “subidón” emocional del que no podrá escapar. Las metáforas de la adicción (“fiend”, “bag of tricks”, “need a fix”) pintan el romance como una experiencia casi química que acelera el pulso y deja con ganas de más.
En este coqueteo lleno de ritmo, Justin responde como el cómplice perfecto, reforzando la idea de que ambos controlan la situación y llevan al oyente por un viaje de deseo y tentación. El mensaje es claro: el amor puede ser igual de adictivo que cualquier droga, y una vez que lo pruebes, volverás por otra dosis. Love Dealer combina beats pegadizos con letras traviesas para recordarnos que, en la pista de baile y en el corazón, las reglas las pone quien sabe mezclar pasión y diversión.