Gracie Abrams nos invita a un viaje emocional en “Let It Happen”, una confesión pop donde la artista admite ser una “contradicción andante”. La narradora reconoce su obsesión por tener el control, pero al conocer a esa persona especial su “espina dorsal de vidrio” se rompe y todo cambia: ahora espera ansiosa una llamada, apuesta su “dinero” y hasta su vida emocional a alguien que aún es casi un desconocido.
En estas estrofas descubrimos la mezcla de ilusión y autocrítica que caracteriza a la generación que analiza cada sentimiento en tiempo real. Entre la proyección de fantasías, la vergüenza de “comer sentimientos en ropa interior” y el temor a terminar hecha “algo trágico”, la cantante acepta que, pese al riesgo, dejará que todo suceda. La canción celebra la vulnerabilidad: abrir el corazón aunque podamos salir perdiendo, confiar en que el otro tal vez valga la pena y aprender, entre risas y lágrimas, que amar también es renunciar un poco al control.