¿Alguna vez te has sentido un ave nocturna al lado de un “madrugador profesional”? En “Too Sweet”, el irlandés Hozier retrata ese choque de estilos de vida: él confiesa que no abre los ojos antes de las diez, trabaja mejor de noche y se acurruca en la cama a las tres de la mañana con un vaso de whisky y café bien cargado. Mientras tanto, su pareja personifica la luz del amanecer: va temprano a la cama, se despierta para ver salir el sol y le aconseja “vivir bien”. Entre aromas de hoguera y neblina de trasnoche, el narrador admite con cariño que ella es “demasiado dulce” para su mundo bohemio.
El mensaje de la canción no es una ruptura hostil, sino un reconocimiento sincero de las diferencias. Hozier celebra la vitalidad y pureza de esa persona solar, aunque sabe que él pertenece a la penumbra creativa. Con imágenes sensoriales —whisky puro, café negro, uvas dulces— contrapone lo crudo y lo delicado para subrayar que el amor a veces no basta para sincronizar relojes internos. “Too Sweet” es, en esencia, un brindis melancólico por esa incompatibilidad encantadora que surge cuando la noche se enamora del día.