¿Te has sentido alguna vez prisionero de tus propios pensamientos? En I Don't Like Myself, Imagine Dragons nos abre la puerta a ese cuarto oscuro donde retumban las inseguridades: la voz que desvaloriza, los comentarios que se clavan y la sensación de quedar aislado. El cantante se confiesa: "Hay momentos en que no me gusta quién soy", y reconoce que esos juicios externos cobran fuerza solo si les damos crédito. La canción pinta este conflicto interno con una energía casi conversacional, entre susurros y estallidos, para recordarnos que muchas de esas sombras no son más que figmentos de la imaginación.
Pero la historia no se queda en la autocrítica. Después del desahogo llega la rebelión: "me harté de ser víctima". Con ese grito, la banda vira la narrativa hacia la autoaceptación y la resiliencia. El protagonista decide atravesar el fuego y "dar la vuelta al coche" antes de chocar, convencido de que la vida tiene mucho más valor que la opinión ajena. El resultado es un himno de honestidad brutal y esperanza tangible, perfecto para practicar el vocabulario de las emociones mientras te impulsas a quererte un poco más cada vez que lo cantas.