¡Prepárate para el viaje más alocado en el asiento trasero! En “Backseat Freestyle”, el rapero francés Kendrick Lamar se mete en la piel de un adolescente que va rebotando en el auto, con la música a todo volumen y la imaginación en modo turbo. En tres minutos desata un carnaval de bravuconería: sueña con “dinero y poder”, presume de un ego tan grande como la Torre Eiffel y lanza rimas llenas de sexo, violencia y velocidad mientras acelera su Maserati imaginario. Todo es exageración, puro exceso, como si cada deseo juvenil tuviera un megáfono gigante.
Pero debajo del espectáculo hay más capas. Kendrick abre y cierra el tema con el mantra “Martin had a dream” para recordar el sueño de Martin Luther King y contraponerlo con el suyo, crudo y materialista. Con este contraste nos muestra cómo la ambición de un chico de barrio puede verse distorsionada por la realidad que lo rodea: tentaciones, armas, traición y fama relámpago. El resultado es un retrato vibrante y honesto de esos momentos en que uno se siente invencible, sin medir las consecuencias. “Backseat Freestyle” es, en el fondo, la fantasía desbocada de un joven que todavía está buscando su verdadero lugar en el mundo, aunque por ahora solo pueda gritarlo a todo pulmón desde la parte de atrás del coche.