En White Mustang, Lana Del Rey nos invita a un viaje de verano lleno de adrenalina. La narradora hace su maleta y, con la bruma nostálgica típica de la cantante, recuerda el momento en que conoció a un músico atractivo y peligroso. Desde la primera vez que vio su white mustang, un coche tan veloz como la atracción que siente, presintió problemas, pero aun así se dejó llevar por el brillo de su éxito reciente y por la intensidad de sus abrazos.
El white mustang se convierte en la metáfora perfecta de una relación que acelera demasiado rápido: ruidosa, apasionada y destinada a chocar. Mientras él sigue 'revolucionando el motor', ella se da cuenta de que el verano, al igual que ese romance, está hecho para amar y marcharse. El tema mezcla deseo y desencanto, mostrando cómo el amor por alguien libre e indomable puede ser tan emocionante como destructivo, casi como un relámpago que ilumina el cielo solo un instante antes de desaparecer.