Nothing But Trouble nos sumerge en una confesión amarga y seductora a la vez: la atracción por la fama instantánea de las Instagram models puede convertirse en un camino lleno de excesos, mentiras y desilusión. Charlie Puth hace el papel de la voz herida que, botella en mano, lamenta haber caído en la trampa de una chica obsesionada con los «likes». Lil Wayne, por su parte, refuerza la narrativa contando cómo, cegado por la belleza y el brillo de una vida de fiesta, terminó perdiendo el control y buscando refugio espiritual.
En el fondo, la canción critica la superficialidad de las redes sociales y cómo la búsqueda de popularidad puede vaciar las relaciones de autenticidad. Entre ritmos pegajosos y hooks memorables, el dúo advierte: si solo persigues el escaparate digital, terminarás rodeado de nada más que problemas. Es un recordatorio de que la verdadera conexión no se mide en seguidores, sino en honestidad y cuidado propio.