Superkid nos propone una escena digna de cómic: un joven héroe cierra la puerta de un portazo y cuelga su capa en el estante. Pasó de vivir en un pequeño pueblo a codearse con Superman en lujosas mansiones de Sunset Boulevard, pero sigue sintiéndose vacío. La canción retrata la paradoja de brillar ante todos y, aun así, no poder salvarse a uno mismo. Entre preguntas como “¿Vale la pena?” y la orden de “sonríe aunque sea falsa”, Livingston muestra cómo la fama y el éxito pueden ser un disfraz tan frágil como cualquier capa.
Detrás de los riffs de guitarra y la metáfora del superhéroe, el tema lanza un mensaje claro sobre la salud mental y la autenticidad. “Superkid” invita a bajar de las alturas, dejar de fingir que nada nos afecta y volver a aquello que realmente importa, el amor y las raíces. En definitiva, es un llamado a reconocer nuestra propia “kryptonita” y a entender que, por muy alto que volemos, no podremos salvar a todos si antes no nos salvamos a nosotros mismos.