Heartbreaker nos sumerge en un bucle de amor irresistible donde Mariah Carey confiesa que, aunque sabe que debería alejarse, se ve atrapada por el encanto de un chico que juega con sus sentimientos. Ella describe la emoción adictiva de esa relación: cada sonrisa, cada palabra dulce, la convence de ceder de nuevo, aun cuando presiente que terminará con el corazón roto. La canción combina esa vulnerabilidad con un ritmo contagioso que refleja la tensión entre la razón y el deseo.
La intervención de Jay-Z aporta el punto de vista del “rompecorazones”: un hombre que disfruta de la atención, las fiestas y el lujo, sin comprometerse de verdad. Su rap explica por qué a ella le fascina y le teme a la vez. Así, la canción se convierte en un divertido recordatorio de lo fácil que es recaer en amores complicados, todo envuelto en un beat noventero perfecto para bailar mientras practicamos nuestro español.