Imagina una noche que comienza con bromas ingeniosas sobre arte callejero y termina con el aroma del café recién hecho mientras amanece. En “Coffee” Miguel narra esa montaña rusa romántica donde cada momento se transforma en el siguiente: wordplay → gun play → pillow talk → sweet dreams → coffee. La letra pinta un cuadro de intimidad acelerada en la que dos "almas viejas" se reencuentran con una nueva religión: la conexión física y emocional que nace entre burbujas, Polaroids y cielos color melocotón.
Miguel mezcla sensualidad y espiritualidad para mostrar cómo el deseo puede sentirse como un bautismo que renueva. Entre humor sarcástico, drogas, sexo y confesiones, la pareja encuentra salvación en su propia complicidad. El café de la mañana simboliza la serenidad tras la pasión, la confirmación de que lo vivido durante la noche fue real y, sobre todo, la promesa de seguir descubriéndose con la misma intensidad que un primer beso.