¿Alguna vez has sentido que tu media naranja está fuera de tu alcance, escondida en la penumbra de la noche? Así arranca It Ain't Real, una balada electro-pop donde Noah-Benedikt y Melissa Mandy convierten la búsqueda del amor en una travesía luminosa. El narrador cuenta meses y años de soledad, pero se aferra a la idea de que, en algún lugar lejano, esa persona especial lo espera. Las imágenes de luces que atraviesan el «deepest blue» y de una mascarada destinada a romperse nos hablan de esperanza: tarde o temprano la verdad se quitará el disfraz y dejará paso a la autenticidad.
El segundo acto del tema sucede en un parque, cuando la oscuridad cede ante una tenue claridad interior. Al fin aparecen los latidos compartidos que marcan el ritmo de la noche y confirman que el sentimiento es mutuo, imposible de robar o negar. Con un estribillo insistente —«Don't tell me it ain't real»— la canción celebra la firmeza de creer en uno mismo y en la fuerza de las emociones, recordándonos que el amor verdadero no es un sueño fugitivo sino una realidad que puede brillar incluso en la noche más profunda.