Passenger, el cantautor inglés de voz rasgada y letras confesionales, se sumerge en "Fear Of Fear" en un torbellino de excesos: humo, cerveza, cocaína y recuerdos que arden. Cada "fill my…" es como echar más leña a una hoguera de ansiedad que intenta esconder un vacío gigantesco. El protagonista busca anestesia en todo lo que encuentra, pero sólo consigue que su corazón se llene de un miedo al propio miedo, esa inquietante sensación de estar huyendo sin saber exactamente de qué.
Lejos de glorificar la fiesta, la canción retrata el ciclo autodestructivo con un toque irónico —“mejor quemarse que apagarse lentamente”, dice citando a alguien— mientras enumera camas llenas de sombras, futuros envueltos en promesas y presentes cubiertos como un parche húmedo en la pared. El resultado es una reflexión vibrante y casi cinematográfica sobre cómo escapamos del dolor llenándonos de cualquier cosa… salvo de lo que realmente necesitamos.