Money nos sumerge en un carnaval sonoro de cajas registradoras y guitarras que Pink Floyd (la legendaria banda británica) utiliza para burlarse de nuestra obsesión por el dinero. Con un tono sarcástico, la canción retrata a alguien que se siente invencible gracias a su cuenta bancaria: presume coches lujosos, caviar y hasta la compra de un equipo de fútbol. Sin embargo, bajo el brillo del lujo late una crítica feroz al consumismo y a la desigualdad: el narrador disfruta de su fortuna y al mismo tiempo se niega a compartirla, revelando la hipocresía que rodea al poder del dinero.
En poco más de seis minutos, Floyd dispara contra varias ideas muy reconocibles: