“Chemical” nos invita a subirnos a la montaña rusa emocional de Post Malone, el célebre artista estadounidense que convierte sus altibajos en pop alternativo adictivo. En la letra, describe una relación que funciona como una droga: la oxitocina lo hace sentir eufórico, pero cuando el efecto baja todo se desmorona. Aun así, vuelve una y otra vez, atrapado en un ciclo que parece imposible de romper. La imagen de estar “fuera de la fiesta, fumando en el coche” o “peleando en el bar al ritmo de Seven Nation Army” pinta momentos cotidianos y caóticos que evidencian cómo el amor tóxico puede colarse en cada rincón de la vida cotidiana.
El estribillo —“I can’t let go, it’s chemical”— funciona como confesión y sentencia: la atracción es tan potente que desafía la lógica. Post Malone se debate entre pedir perdón y buscar una salida, pero reconoce que sus intentos de cambio fracasan porque la conexión es química, quizá inevitable. Con melodías pegajosas y un tono melancólico, la canción retrata la adicción emocional, el autosabotaje y la esperanza velada de hallar redención, envolviendo al oyente en un ambiente tan luminoso como desgarrador.