¡Bienvenido a la luminosa costa de Saint-Tropez, donde Post Malone celebra que por fin llegó "su momento"! Tras repetir que ha esperado muchísimo tiempo, el artista nos abre la puerta a un mundo de lujos: yates, diamantes de 50 quilates y ropa de diseñador se mezclan con cerveza Bud Light y referencias pop como Bradley Pitt. Todo ello pinta el retrato de alguien que trabajó duro y, ahora que puede, disfruta sin culpa de cada capricho de su lista de deseos.
Más allá del derroche, la canción también muestra su lado rebelde e independiente. Post se disculpa con su madre por sus “vicios”, pero deja claro que nadie entenderá su vida ni le dictará qué hacer. Lo que para otros sería un día festivo, para él es la rutina. Así, "Saint-Tropez" es un himno hedonista que combina ostentación, autosuficiencia y la satisfacción de haber convertido años de esfuerzo en un presente deslumbrante.