Snap es el desahogo de Rosa Linn a las cuatro de la mañana, cuando los recuerdos de un amor que no se va siguen dando vueltas en su cabeza. Mientras la cantante confiesa que no basta con “ch chasquear los dedos” para olvidarlo, enumera los “snaps” como si fueran pasos de un hechizo de auto-sanación: uno, dos… ¿dónde estás? tres, cuatro… ya no te necesito. En cada conteo late la frustración de quien oye consejos fáciles (“supéralo”) que no sirven de nada y solo encienden más su rabia.
La artista armenia convierte esa angustia en un himno pop pegadizo y liberador. El estribillo repetitivo imita el acto de chasquear los dedos, una especie de mantra que intenta apagar el fuego interno que arde desde el 22 de junio. Con un toque de ironía, Rosa avisa que, si la presionan una vez más, podría “snap” de verdad: estallar y cortar con todo. Así, la canción enseña vocabulario emocional y demuestra que sanar lleva tiempo, pero también ritmo, voz propia y un buen beat para bailar el duelo.