Sabaton, la banda sueca amante de la historia, nos transporta a octubre de 1914 y a la llamada Race to the Sea, la frenética carrera de los ejércitos alemán y aliado por llegar al Canal de la Mancha. En medio de ese pulso bélico se alza Bélgica, que tras perder gran parte de su territorio decide jugar su última carta: inundar el río Yser para frenar al invasor. La canción celebra ese momento decisivo con un ritmo marcial que nos hace sentir el estruendo de los cañones y el latido de los tambores de guerra.
La letra rinde homenaje al valor del rey Alberto I y de sus soldados, que pelearon codo con codo y transformaron una simple llanura en una trinchera acuática inquebrantable. Race to the Sea destaca ideas de sacrificio, unidad y defensa de la libertad: aunque Bélgica solo conservó una delgada franja de tierra, esa resistencia frenó el avance alemán y aseguró que la bandera belga siguiera ondeando. Con guitarras épicas y coros que invitan a marchar, Sabaton nos recuerda que la determinación de un pueblo puede cambiar el curso de la historia.