¿Qué sucede cuando la mejor de las amistades se convierte en una batalla campal digna de una película de acción? Eso es lo que Taylor Swift nos cuenta en “Bad Blood”, un himno pop que transforma el dolor de una traición en energía pura de pista de baile. La cantante recuerda cómo el cariño mutuo —ese mad love— se ha convertido en bad blood, o sea, resentimiento y desconfianza. Cada estribillo es un recordatorio de la herida profunda que dejó la otra persona y de lo difícil que es arreglar algo cuando los “parches” ya no bastan: “Band-aids don't fix bullet holes”.
Kendrick Lamar se suma con versos afilados que comparan la ruptura con un escenario bélico, aportando imágenes de cicatrices, balas y fuego que subrayan lo irreparable del daño. Juntos declaran que el respeto se ha ido, que las disculpas vacías no sirven y que, si se vive con rencor, la sangre se enfría. En pocas palabras, esta canción es un mensaje claro: cuando alguien cruza una línea demasiado profunda, es posible que no haya vuelta atrás. ¡Prepárate para cantarla a todo pulmón mientras aprendes vocabulario sobre lealtad, conflictos y segundas oportunidades que quizás nunca lleguen!