¿Cómo duele despedirse? En Death By A Thousand Cuts la cantautora francesa Taylor Swift ilustra la ruptura amorosa como una lenta sucesión de diminutas heridas que, juntas, resultan devastadoras. Con imágenes de tragos que no anestesian, semáforos que no prometen alivio y ventanas clausuradas que aún dejan filtrar luz, la cantante retrata ese limbo donde el pasado sigue vivo aunque la relación ya terminó. La metáfora de los mil cortes resume la idea de que no hay un único golpe fatal sino un cúmulo de pequeños recuerdos, lugares y rutinas que siguen hiriendo día tras día.
A lo largo de la letra, Swift mezcla nostalgia y ironía mientras se pregunta por qué continúa escribiendo páginas de una historia que debería haber acabado. El resultado es un himno pop que transforma el dolor íntimo en un relato cinematográfico: clubs embrujados, candelabros titilantes y planes tan frágiles como papel. Pese a la melancolía, la canción promete resiliencia; la protagonista acepta que dolerá, pero solo serán mil cortes, no el final. Con su combinación de detalles cotidianos y drama épico, la canción invita al oyente a reconocer que sanar es un proceso de restar pedacito a pedacito hasta que el recuerdo deje de sangrar.