En “So Long, London”, la cantautora estadounidense Taylor Swift se despide de una ciudad que simboliza un amor agotador. Con imágenes como la neblina sobre el Támesis, un chaleco empapado por la lluvia y la colina de Hampstead Heath, la cantante describe cómo intentó mantener a flote una relación que ya estaba hundida. Cada verso revela la carga emocional de sostener a alguien que se alejaba: ella dejó atrás su hogar, su juventud y hasta su buen humor, mientras él mostraba un "silencio resentido" que la ahogaba.
El coro “So long, London” funciona como un adiós definitivo. Swift reconoce que sacrificó demasiado y que ambos quedaron “con las puntadas deshechas” - una forma poética de decir que nada quedó unido. Frente a la tristeza, emerge un gesto de empowerment: promete “encontrar a alguien” y recuperar el color en su rostro. La canción es, en esencia, una carta de ruptura donde la protagonista transforma su dolor en libertad y afirma que, aunque Londres fue “un momento de sol”, ella “no es la indicada”.