En este himno de 1984, Tina Turner, la inigualable rockstar estadounidense, nos reta con la pregunta ¿Qué tiene que ver el amor con todo esto? A ritmo de sintetizadores y una voz llena de poder, la cantante examina la chispa física que surge cuando dos polos opuestos se encuentran y reconoce lo electrizante que resulta ese contacto. Sin embargo, su actitud es tan cautelosa como desafiante: para ella esa química es puramente lógica y corporal, nada que ver con los dramas románticos.
El estribillo repite que el amor es solo una emoción de segunda mano y que un corazón puede romperse, así que, ¿para qué arriesgarse? Tras varias decepciones, Turner ensaya una coraza emocional y se plantea protegerse, aunque admite que algo le mueve por dentro. La canción refleja la tensión entre la pasión inmediata y el miedo a salir herido, convirtiéndose en un poderoso himno de independencia y autoconciencia que invita a cuestionar las ideas tradicionales sobre el amor.