Easy nos invita a entrar en el momento exacto en que una relación tambalea: Troye Sivan admite sus errores, observa cómo su pareja se aleja con alguien que “lo hizo todo fácil” y, entre culpas y súplicas, lucha por no perder lo que queda de amor. La canción mezcla synth-pop suave con la voz etérea de Kacey Musgraves y la producción vintage de Mark Ronson para crear un contraste delicioso: el ritmo es bailable, pero la letra arde como esa casa en llamas que Troye describe mientras el piso se deforma bajo sus pies.
A lo largo de los versos, el narrador reconoce que no es “santo”, acepta la culpa y pide otra oportunidad. El estribillo -“Please, don’t leave me”- funciona como grito desesperado y pegadizo; un recordatorio de que incluso cuando sabemos que la ruptura es inminente, nos aferramos a la esperanza de reconstruir lo que alguna vez fue sencillo. En resumen, Easy es el retrato de un amor en crisis, un choque entre la nostalgia por lo fácil que fue enamorarse y la crudeza de mantenerse juntos cuando aparecen los defectos, las tentaciones y el miedo a quemarse en el intento.