En Twilight Zone, Ariana Grande nos sumerge en una realidad casi onírica donde el amor se confunde con la ciencia ficción: la cantante despierta preguntándose si la relación que vivió fue un sueño, una pesadilla o una película en blanco y negro, mientras navega por la confusa frontera entre el recuerdo y el olvido; la letra retrata la sorpresa de descubrir que la otra persona era un “gran actor”, mezcla incredulidad con ironía y muestra cómo, aun sin extrañar a su expareja, la mente insiste en revisar escenas pasadas; al final, Ariana asume con seguridad que está justo donde debe estar y celebra en clave pop haber dejado atrás esa dimensión alterna, recordándonos que aceptar la verdad —aunque parezca sacada de la zona crepuscular— es el paso definitivo para seguir adelante.