¿Puede un rapero de Detroit convertir el rap en nana? ¡Claro que sí! En “Mockingbird” Eminem se quita la coraza y nos abre la puerta de su vida familiar. La canción es una carta hablada a sus hijas, Hailie y Alaina, donde reconoce los momentos duros: la ausencia de mamá, los problemas económicos, los constantes cambios de casa y la fama que llegó de golpe. Entre rimas rápidas y un estribillo que remite a la canción infantil Hush, Little Baby, el artista les asegura que, aunque el mundo gire sin control, papá nunca las dejará solas.
Más que una confesión, este tema es un recordatorio del amor inquebrantable de un padre. Eminem promete comprar un ruiseñor y “el mundo entero” si hace falta para verlas sonreír, una metáfora de que haría cualquier sacrificio por su felicidad. La combinación de vulnerabilidad y determinación convierte a “Mockingbird” en un himno de resiliencia familiar, perfecto para descubrir cómo el rap también puede acariciar el corazón.