¿Alguna vez una persona te ha puesto la piel de gallina con solo aparecer? Eso es lo que le sucede a Travis Scott en "Goosebumps", un tema donde confiesa que cada visita de su enamorada le calma la mente, le hace olvidar los comentarios negativos y convierte todo en algo sencillo y placentero. Los números 7-1-3 y 2-8-1 que repite son los códigos de área de Houston, su ciudad, y funcionan como un guiño a sus raíces mientras presume la vida de lujos, discotecas y coches rápidos que lo rodea. Sin embargo, detrás de la ostentación hay cierta anestesia emocional: el artista se siente “numb”, es decir insensible, y necesita esos momentos de intimidad para volver a sentir algo real.
La estrofa de Kendrick Lamar eleva la intensidad. Con su característico juego de palabras, describe un deseo tan fuerte que pone el amor —y el placer— en un pedestal y promete hazañas casi míticas para mantener viva la chispa. Ambos raperos mezclan vulnerabilidad y bravuconería, creando un contraste llamativo: por un lado celebran el éxito y la fiesta, por otro reconocen que el auténtico subidón proviene de esa conexión personal que les provoca auténticos escalofríos. "Goosebumps" es, en pocas palabras, una oda a la adrenalina del romance en medio de la fama y el exceso, donde cada latido se vive al máximo al ritmo de un bajo hipnótico y melódico.