¿Quién dijo que aceptar nuestras imperfecciones no podía ser divertido? En I’m A Mess, la artista francesa Bebe Rexha nos abre la puerta a su caos personal, confesando entre guitarras pop que se siente "un desastre, una perdedora, una usuaria". Sin embargo, cada verso se equilibra con el mantra que le repite su terapeuta: “Everything’s gonna be alright”. La cantante reconoce que su relación tambalea y que a veces solo aparecen los amigos cuando ella paga la ronda, pero, a pesar de todo, su voz brilla con un mensaje liberador: si me amo a mí misma, nada está perdido.
Esta canción se convierte así en un himno para cualquiera que alguna vez se haya sentido obsesionado, avergonzado o fuera de control. La letra celebra la vulnerabilidad y recuerda que cuidarse implica abrazar nuestros errores y contradicciones. Bebe transforma la autocrítica en pop pegajoso y nos invita a cantar con ella que, aunque seamos un lío andante, la vida puede ser “a good, good life” si cultivamos el amor propio.