"SKINNY" es una confesión cruda y emotiva donde Billie Eilish nos invita a mirar detrás del brillo de la fama. A sus veintiún años, la artista reflexiona sobre la presión social de lucir perfecta, el peso de los comentarios en internet y la confusión de sentirse “encerrada” cada vez que se baja del escenario. Aunque muchos celebran que ahora está más delgada, ella deja claro que la verdadera batalla ocurre en su interior: sigue siendo la misma chica que llora, duda y se pregunta si está viviendo la vida que desea.
En estas líneas Billie mezcla vulnerabilidad y valentía para recordarnos que la autoaceptación es un viaje complejo. La canción alterna momentos de ternura —reconociendo que “la vieja yo” todavía existe y es hermosa— con críticas al hambre de morbo que consume las redes. Entre metáforas de “pájaro en jaula” y “perro en perrera”, describe un mundo que la exhibe mientras intenta guardar lo más íntimo: su amor y su dolor. El mensaje final: ni la fama, ni la apariencia física, ni las expectativas de los demás definen quién eres; lo que importa es tu voz interna y cómo decides amarte de verdad.