Colourblind nos sumerge en un romance que se vive como si fuera un lienzo vivo: los dos amantes son los pinceles, las palabras son los pigmentos y cada emoción añade un nuevo matiz a la obra. A veces predominan los rojos de la pasión, otras aparecen los verdes de la calma o los azules profundos de la intimidad, pero siempre hay espacio para la sorpresa. Ed Sheeran compara la relación con un caleidoscopio que nunca deja de girar y cambiar, convirtiendo hasta los momentos grises en hojas doradas. La química entre ellos hace que nada quede fuera de su alcance creativo.
Al final, la canción revela su idea central: cuando el amor es tan intenso, el resto del mundo se difumina. “Maybe we’ll just paint the night colourblind” significa que, entre tantas explosiones de arcoíris, lo único realmente visible son los ojos de la persona amada. El color pierde importancia porque la conexión trasciende cualquier paleta. Es una celebración de los altibajos, las mezclas inesperadas y la magia de transformar lo cotidiano en algo extraordinario simplemente estando juntos.