Late Night Talking nos invita a asomarnos a esas madrugadas en las que los mensajes y las llamadas parecen no tener fin. Harry Styles, el artista británico que saltó de boyband a ícono pop, confiesa aquí cómo el amor puede transformar el insomnio en un espacio mágico: cada conversación nocturna se vuelve una excusa para estar más cerca de la persona que extraña. Entre pequeños tropiezos cotidianos —un dedo golpeado, una cámara rota— él promete apoyo incondicional y un único objetivo: hacerla sonreír.
La letra gira en torno a la obsesión cariñosa de no poder sacarse a alguien de la cabeza. Harry acepta que no le gustan los cambios, pero aun así estaría dispuesto a seguirla a cualquier rincón del planeta, desde los estudios de Hollywood hasta las calles de Bishopsgate en Londres. Con un estribillo pegadizo y sincero, la canción celebra ese momento en que dos personas conectan tan profundamente que las horas vuelan entre risas, planes y confidencias hasta el amanecer.