En "Dope", John Legend y el rapero JID convierten la palabra "droga" en una metáfora chispeante para describir una atracción tan intensa que se siente casi clínica. La chica es como una sustancia prohibida: enciende emociones "automáticas", sube el ánimo sin previo aviso y provoca un recorrido de montaña rusa entre luces bajas y noches largas. John canta que ella es bella y mágica, una mezcla química que lo hace arder, mientras JID detalla los síntomas de esa adicción: sudor, temblores, una búsqueda frenética de la próxima dosis de su sonrisa.
Más que glorificar el consumo, la canción celebra el poder irresistible del deseo y el magnetismo moderno -ese que nace entre selfies de Instagram y encuentros nocturnos llenos de funk y R&B-. Con un estribillo pegajoso y versos veloces, "Dope" pinta la experiencia de enamorarse como una droga que dispara euforia, dependencia y la esperanza de repetir el primer subidón una y otra vez.