Mike Posner abre su corazón en “Iris”, una balada que mezcla ternura y resignación. El narrador imagina ser el hombre “perfecto”: alto, de ojos azules acerados y capaz de robar suspiros en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, su realidad mide “cinco pies diez” y se siente invisible para la persona que desea. Aquí nace el tema central de la canción: la diferencia entre lo que quisiéramos ser para alguien y lo que realmente somos, junto con la amarga constatación de que ese amor nunca nos corresponderá.
La metáfora de la flor iris lo explica todo. Ella “siembra” su amor en la tierra fértil de su vida y, como la flor, el romance florece en mayo pero muere en junio, dejando belleza efímera y un vacío persistente. Las emociones se mezclan —felicidad por haberla conocido y tristeza por perderla— creando un “canto” que suena alegre y melancólico a la vez. Así, “Iris” retrata la fugacidad del amor no correspondido y la lucha interna entre ideal y realidad, recordándonos que incluso lo más bello puede marchitarse rápidamente.