¿Se puede morir de un corazón roto? Esa es la pregunta que impulsa esta desgarradora colaboración entre el cantautor country Nate Smith y la eterna rebelde pop-punk Avril Lavigne. La letra nos lleva por un apartamento donde hasta las flores marchitas recuerdan a la expareja, por calles llenas de Polaroids imaginarias y hasta por la amargura de un café que ya no sabe igual. Cada escena cotidiana se tiñe de nostalgia para mostrar que el duelo amoroso invade todos los rincones, y que los consuelos de los amigos, aunque bien intencionados, no siempre alcanzan para tapar el vacío.
La canción convierte ese dolor en un estribillo pegadizo que mezcla la voz áspera de Nate con la fuerza melódica de Avril. Juntos preguntan, casi suplicando, si el tiempo realmente lo cura todo o si el amor perdido puede ser letal. El resultado es un himno moderno al desconsuelo que, paradójicamente, invita a cantar a todo pulmón mientras nos recuerda que aprender a amar de nuevo es posible… aun cuando parezca que el corazón no lo resistirá.