«Don’t Smile» de Sabrina Carpenter nos mete de lleno en el torbellino emocional que sigue a una ruptura. La cantante juega con la famosa frase «No llores porque terminó, sonríe porque sucedió» y la invierte: no quiere sonrisas, quiere lágrimas. ¿Por qué? Porque su ex pareja ya está con alguien nuevo y ella necesita que él sienta el peso de la pérdida. Entre latidos pesados “como cien libras” y una fiesta en la que todos brindan menos ella, Sabrina retrata la mezcla de tristeza, rabia y orgullo que aparece cuando vemos a quien amamos pasar página demasiado rápido.
La canción es casi un manifiesto de desamor posesivo: “Quiero que me extrañes” repite como un estribillo obsesivo. Pide que cada vez que él abrace a la nueva chica se acuerde inevitablemente de ella. Mientras sus amigas se divierten, ella se queda en casa grabando sus sentimientos en el micrófono y rogando que alguien le quite el teléfono para no caer en la tentación de llamarlo. El resultado es un himno pop donde la vulnerabilidad se mezcla con un deseo de venganza sentimental, recordándonos que, a veces, el primer paso para sanar es aceptar lo crudo que duele ver a otro seguir adelante antes que nosotros.