C’mon Let Me Ride es una fiesta de dobles sentidos en la que Skylar Grey convierte la imagen inocente de una bicicleta en una metáfora descaradamente sensual. Entre coqueteos ingeniosos y promesas de “hacerte sentir el verano”, la cantante le propone a su interés amoroso dejarla “montar” su bici, insinuando un deseo de intimidad divertida y sin tapujos. El tono es juguetón, casi caricaturesco, y a la vez critica con humor cómo el pop suele sexualizarlo todo.
Cuando aparece Eminem, la temperatura sube: presume de su reluciente Schwinn, dispara rimas llenas de picardía y exagera su papel de conquistador para enfatizar lo absurdo del estereotipo. Juntos se ríen de los clichés mientras celebran la atracción física y la confianza propia. En resumen, la canción es un guiño travieso que invita a soltarse, reír y disfrutar del juego verbal sin tomárselo demasiado en serio.