¿Qué harías si de la noche a la mañana tuvieras una fortuna de nueve ceros? En “Billionaire”, el rapero estadounidense Travie McCoy y el carismático Bruno Mars nos invitan a soñar a lo grande mientras cabalgamos sobre un ritmo pop-reggae refrescante. La letra funciona como una lista de deseos desvergonzada: salir en la portada de Forbes, viajar por ciudades infinitas y posar junto a Oprah y la reina. Sin embargo, detrás del lujo y los Mercedes regalados late un corazón solidario que quiere adoptar niños sin hogar, ayudar a las víctimas del huracán Katrina y repartir millones “solo por diversión”.
Con humor y optimismo, la canción retrata la dualidad de la fama: el brillo de los reflectores y la posible responsabilidad social de un bolsillo ilimitado. Al repetir “I wanna be a billionaire, so bad”, McCoy y Mars nos recuerdan que todos escondemos sueños parecidos en la cartera. “Billionaire” es en esencia un himno aspiracional que mezcla ambición, generosidad y una pizca de crítica, perfecto para practicar vocabulario sobre dinero, metas y buenas obras mientras tarareas un estribillo que se pega tanto como un billete recién impreso.