All My Life es un grito visceral de búsqueda y frustración. Dave Grohl describe la sensación de perseguir algo que parece estar siempre fuera de alcance: el placer perfecto, la relación ideal o la adrenalina del escenario. Cada vez que cree acercarse a la “presa al final de la cuerda”, el momento se le escapa de las manos y sólo queda una mezcla de euforia y vacío. El estribillo “Hey, don’t let it go to waste; I love it but I hate the taste” revela esa contradicción: lo que más desea también le pesa, le quita el aliento y lo obliga a seguir intentando.
En sus versos repetitivos y cargados de energía, la canción retrata un ciclo sin fin: ansia, logro momentáneo, decepción y vuelta a empezar (“And I’m on to the next one”). Así, Foo Fighters convierten la insatisfacción en combustible para no rendirse. “All My Life” habla de ambición, dependencia y resiliencia, recordándonos que, aunque la meta parezca inalcanzable, el impulso de seguir buscando mantiene viva la pasión.