Stay de Gracie Abrams (cantautora de Estados Unidos) retrata el instante exacto en que una relación rota todavía late, aunque sea en silencio. La protagonista recuerda un adiós torpe, un suéter prestado y palabras que nunca salieron: «lo siento», «te extraño». Sabe que podría irse y seguir con su vida, pero la idea de despertar junto a esa persona por una mañana parece suficiente para reparar, temporalmente, todo lo que se quebró. El estribillo insiste en “I don’t even have to stay” como un recordatorio de su libertad, mientras el corazón la empuja a quedarse.
Esta balada íntima habla de orgullo, culpa y nostalgia. Entre silencios y abrazos que pesan más que cualquier conversación, Gracie explora la contradicción de querer volver al punto de partida aun sabiendo que quizá nada cambió. Es una invitación a sentir esa tensión dulce y dolorosa entre marcharse o arriesgarse a reescribir la historia.