Imagina que un amigo te invita a su casa, te sirve té con tostadas y te dice: "no tienes que disculparte por ser quien eres". Así se siente "Matilda", la balada íntima de Harry Styles, artista británico que aquí aparca el pop festivo y abraza la guitarra acústica para contar la historia de alguien que, como la heroína de Roald Dahl, creció sin el calor de su familia. A lo largo de la canción, la voz suave de Harry se convierte en cómplice y consejero: reconoce el dolor que ella oculta tras una sonrisa, le recuerda que no está obligada a mantener lazos que la hieren y celebra su derecho a crear un nuevo hogar lleno de amor propio y amistades genuinas.
El mensaje central es un brindis por la independencia emocional: dejar atrás el pasado, perdonarse, organizar la fiesta que uno desee y escoger a la propia familia. Mientras las imágenes cotidianas —montar en bici, colgar pósters o teñir la ropa— contrastan con heridas profundas, el coro se alza como mantra liberador: You can let it go. En pocas palabras, "Matilda" es una canción abrigo que te anima a soltar lo que no te hizo bien, explorar el mundo sin culpas y recordar que crecer también significa decidir quién merece un asiento en la mesa.