E.T. es un viaje intergaláctico al deseo. Katy Perry imagina un romance tan intenso que solo puede describirse con metáforas espaciales: besos “cósmicos”, caricias “supersónicas” y una atracción que parece venir de otra dimensión. En lugar de la típica historia de amor terrenal, la cantante se siente abducida por un ser “extra-terrestre” cuyo toque la hace flotar y brillar. Entre referencias a ADN distinto y luces de neón, la letra nos habla de atreverse a lo desconocido y dejarse llevar por sensaciones que desafían la lógica.
Kanye West refuerza el concepto con su rap: presume de ser un astronauta de cabeza grande, bromea sobre bares en Marte y promete una pasión fuera de órbita. Así, la canción mezcla seducción y ciencia ficción para recordarnos que el amor —o la atracción— puede sentirse tan extraño y fascinante como encontrarse con un alienígena.