«Señorita» relata un encuentro veraniego tan ardiente como el clima de Miami. Con solo escuchar el «I love it when you call me señorita», sentimos cómo el sudor, la arena y la luz azulada de la luna zafiro envuelven a dos desconocidos que se atraen al instante. Él quiere fingir que no la necesita; ella desliza su voz y su cuerpo entre amaneceres de tequila. Cada caricia confirma su conexión física, y la frase repetida «I should be running» subraya la lucha interna entre huir y dejarse llevar.
En un hotel, jurándose que son “solo amigos”, caen en un juego de secretos donde los besos tienen sabor a peligro. La canción captura esa tensión deliciosa entre el deseo y la culpa: la atracción es tan fuerte que los hace volver una y otra vez. Así, «Señorita» se convierte en un himno a la pasión veraniega —intensa, breve, irresistible— que nos recuerda que algunos amores se viven mejor cuando la noche es joven y la música no se detiene.