En Rose Colored Lenses, la estadounidense Miley Cyrus nos invita a sumergirnos en el lado más dulce y desenfadado del enamoramiento. Imagina despertar al amanecer con el sol colándose por la ventana, ponerte las gafas de sol y quedarte a vivir en la cama entre sábanas revueltas que saben a limonada. Así es el escenario que pinta la canción: una habitación convertida en "país de las maravillas", donde todo es risas, desorden y deseo, y donde el tiempo parece detenerse para que los amantes jueguen a ser niños otra vez.
El estribillo repite la idea de llevar rose-colored lenses (gafas color de rosa), símbolo de esa visión idealizada que hace que todo luzca perfecto. Miley celebra la magia de ese instante –la "vacación de verano eterna"– y la ilusión de que nada acabe jamás. Sin embargo, bajo la alegría se asoma la conciencia de que se trata de un juego de "pretend" (fingir): la fantasía de que el amor permanezca inmutable, ignorando el mundo real más allá de la puerta del hotel. La canción, con su vibra soñadora y hedonista, recuerda lo embriagador que puede ser enamorarse y lo tentador que es querer quedarse a vivir en ese brillo rosado para siempre.